El presente post está basada en hechos y situaciones reales que se dan mas a menudo de lo que muchos quisiéramos.
Hoy a la hora de comer, como otros muchos días, presentía que por mucho cuidado que tuviera, por muy atento que estuviera a cualquier detalle, por muy minucioso, precavido y meticuloso que fuera, acabaría haciendo recordar a mi corbata que a veces tiene que remangarse y hacer de babero. Los hechos se desarrollaron de la siguiente forma:
Era un día lluvioso y había sido una mañana ajetreada. Mi compañero Triple M y yo habíamos decidido ir a comer lejos del Torito Burgundy. Decidimos acercarnos al Pradillo, restaurante cuya relación calidad / precio es buenísima (menú del día por 9 euros, incluyendo pan, agua, postre y café), y donde además nos dejan pagar con los billetes del monopoly. Según nos dirigíamos a la mesa, vimos pasar tres chuletones impresionantes, que nos hizo recordar que algún día tendremos que celebrar algo para hincarles el diente. Nos quitamos la chaqueta, nos sentamos y tras escuchar el menú del día, elegí tomar una ensalada mixta y escalopines de ternera en salsa de roquefort (el menú de Triple M quedará en secreto en esta entrada).
Nos sirvieron el primer plato, tras lo cual me empecé a sentir observado y presionado, todos mis actos y decisiones estaban siendo evaluadas y juzgadas de forma escrupulosamente minuciosa. Mi subconsciente intuía que algo iba a suceder. Tome el tenedor y comencé a ingerir lentamente el tomate, el huevo, el pimiento, las olivas, el atún, las hojas de lechuga, …, la ensalada. Tenía sumo cuidado de no intentar ingerir piezas de gran tamaño, para evitar que al llevarlas a la boca, en un movimiento rápido e imprevisto, acabaran desprendiéndose de la capa de aceite y vinagre que las impregnaban, convirtiéndose en salpicadura sobre mi camisa blanca o sobre mi elegante corbata (a mi me lo parece).
Lentamente, con precisión de cirujano titulado, terminé de comer la ensalada sin traer a este mundo una triste mancha, sin encender ni una sola lámpara en mi camisa y / o en mi corbata.
Llego el segundo plato, dos espectaculares escalopines en salsa roquefort que enamoraron a mi estomago y a mis papilas gustativas, nada mas llegar a la mesa.
Aplique al detalle la actitud aplicada con la ensalada, cuidándome además, de saborear minuciosamente cada bocado. Terminé con el primero, y cuando llegaba por la mitad del segundo, al partir delicadamente un pequeño trozo, una pequeña burbuja de aceite oculta entre el empanado, exploto y obligo a mi corbata a arremangarse y hacer funciones de babero. Dos bocados después la situación volvió a producirse.
Se había dado una situación no deseada, pero en vez de lamentarme, la asumí y continué disfrutando de unas ricas natillas y de un buen café cortado.
Después de varios meses llevando traje, después de muchas experiencias, después de varios momentos difíciles en el proyecto, después de la peculiar situación anterior, la moraleja que saco es:
- El traje, la camisa, la corbata, los zapatos, el cinturón, etc, ninguno es más que los otros, ninguno es superior ni mejor que los demás, todos cuentan y todos son importantes en el equipo. Un equipo multifuncional no lo forma uno solo, lo forman todos. No vale con una buena corbata, para ir bien vestido.
- El traje, la camisa, la corbata, los zapatos, y el resto del equipo deben de transmitir confianza, debe de existir comunicación. En un equipo tiene que haber comunicación. Si la corbata desentona, si no se comunica con el traje o con la camisa, entonces existe un problema.
- La corbata asumió mancharse ella para evitar que se manchase la camisa, pasó de hacer funciones de corbata a realizar funciones de babero. Aunque nunca había hecho de babero, aunque eran funciones inferiores a las suyas, las asumió y realizó por el bien de otro miembro del equipo. Nunca se nos debe de subir a la cabeza nuestra posición en el equipo, no debemos de olvidar que formamos parte de un todo. Tenemos que ayudar al resto del equipo, aun cuando suponga hacer funciones que nunca hemos realizado, aun cuando correspondan a una categoría inferior.
- El traje, la camisa, la corbata, los zapatos, y el resto del equipo deben de contribuir con lo mejor de si mismos, cada uno debe de dar lo mejor de si mismo independientemente de la aportación de los demás. En un equipo de trabajo nunca hay que ocultar información al resto de los componentes, si alguno sabe algo que otro necesita debe de comunicárselo y proporcionarle la ayuda que necesite. Tampoco tenemos que hacer menos de lo que podemos, porque otros miembros no puedan aportar más. Un traje simple y sencillo puede convertirse en un gran traje si la camisa y la corbata dan lo mejor de si, independientemente de que el traje aporte poco.
- Un traje y una camisa pueden combinarse con más de una corbata, y una corbata puede conjuntarse con distintas camisas y trajes. Nadie es imprescindible, nadie es el único que puede realizar una función determinada en el equipo. La corbata de hoy, la sustituiré otro día por otra distinta, que le da un aire más fresco al traje y la camisa.
Me encantaría saber la opinión de todos los que leáis este post, aunque sea para confirmar que estoy como una cabra, ;)