¿Que es el hogar de mi silencio? Un lugar donde puedo gritar todo aquello que de otra forma nadie escucharía, .., al igual que no se escucha el silencio. Por lo tanto en este lugar puedo gritar todo mi silencio.

Todo el mundo que acceda a mi blog es libre de dejar comentarios acerca de lo que lea, la única condición es que no se haga de forma anónima.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Yo para ser feliz quiero un camión (Loquillo)

No voy a hablar de camiones, no sabría por donde empezar, pero si quiero lanzar a la red una reflexión consumada, algo que para mi es un hecho irrefutable. En los tiempos actuales, y con la locura que envuelve a la sociedad, muchos de sus individuos, al menos los de los países desarrollados, nos hemos acostumbrado a ser fieles al principio del “yo quiero más”. Este principio, tiene sus bases en una mezcla de envidia encubierta, avaricia disfrazada, falta de capacidad para valorar las cosas, propensión al riesgo, inmadurez galopante y otros muchos calificativos y hechos, los cuales podría estar días enumerándoles.

La envidia encubierta viene por ejemplo, cuando un prójimo cercano a nosotros, bien un amigo, un vecino o incluso un familiar, pasa de tener un coche normal de gama media a adquirir un despampanante coche de clase alta, a veces incluso de lujo. Entonces empieza la envidia, “encubierta” con frases como “habría que ver si luego tiene para comer”. El paso siguiente de esa envidia, es cuando accedemos a un coche de gama similar, a veces con pretextos ridículos como que se va a aumentar la familia y el actual se nos queda pequeño. El mismo argumento se utiliza muchas veces cuando vendemos un piso para comprarnos otro más grande, o incluso un chalet, e incluso cuando compramos una segunda casa. Eso si, los primeros meses (bueno, mas bien semanas, o incluso solo días) después de la compra, nos engañamos a nosotros mismos, con la intención de quitarnos de otros gastos, quitarnos de salir, viajar, salir a cenar, etc. Pero vuelve a aparecer la envidia encubierta, y basta que el vecino de algún conocido se vaya de viaje al extranjero para que nos surja la necesidad imperiosa de viajar más lejos todavía. Esta envidia encubierta, va dejando su semillita en el cultivo de inmadurez galopante.

La avaricia disfrazada puede manifestarse a la hora de vender un inmueble. Si el vecino pidió X hace un año, ahora yo pido X+10, porque claro, la vida sube, y yo soy más que el vecino. Y si tenía pensado comprarme un chalet de 40 millones de las antiguas pesetas, ¡¡que leches!!, me compro uno de 42 que solo son 2 millones mas, con trabajar un par de fines de semana está hecho.

Al cabo de los años, nuestros hijos heredarán esta nuestra herencia:
  • si no es con una hipoteca hereditaria, que aunque ellos no la han contratado, ya nos encargaremos que la hereden
  • no podrán adquirir nunca a una vivienda, porque claro, ya nos habremos encargado nosotros de elevar sus precios a cifras completamente desorbitadas.

La propensión al riesgo surge cuando de repente, pasamos de tener una hipoteca de un cuarto de nuestro sueldo, a tener disponible solo un cuarto de nuestro sueldo disponible. La justificación no existe, es solo avaricia disfrazada:

  • Por una parte nuestra avaricia, ¡¡queremos mas y mas!!, y no nos conformamos con lo que teníamos, ni con algo mas pequeño. No podemos tener una casa de 2 o 3 habitaciones, tiene que tener 4 o 5. No nos conformamos con dos baños, tenemos que tener 3. No nos conformamos con un pequeño jardín, queremos el campo entero a la puerta de nuestra casa. Y si encima está en el centro de una gran urbe, pues mejor que mejor.
  • Por otra parte avaricia de los bancos, que se aseguran ingresos nuestros durante 20, 30, 40 e incluso 45 años (incluso cuando hacemos este gasto hereditario). Los bancos en su negocio, solo cobran intereses por nuestra avaricia.
  • No nos conformamos con nada, si tenemos 10 gastamos 20.

Muchas veces ni sabemos lo que tenemos ni lo que queremos. Otras no sabemos disfrutar de lo que nos ha costado gran esfuerzo tener, o por lo menos lo que tenemos a pachas con el banco. Nos compramos casas para luego no estar en ellas, bicicletas para luego ir coche, ropa que luego no nos ponemos, o que nos ponemos solo una vez. Compramos caprichos marca PorSiAca, por si acaso lo utilizo alguna vez.

No pensamos en el mañana, pretendemos vivir el presente a todo lujo, porque decimos que hay que vivir el presente y no pensar en el mañana. Otra vez mas mostramos nuestra inmadurez, porque hipotecarse toda la vida es pensar en el futuro, no es compatible con vivir a todo trapo.

Hace no tantos años, la gente se conformaba con tener una vivienda, con tener unos ahorros para los imprevistos, para pequeños caprichos que de verdad sabían valorar. Ahora nos gastamos lo nuestro, lo de ahora, lo del mes siguiente y lo que haga falta.

Y aun así, nos llamamos responsables y adultos. Puede que no tardemos mucho en perder todo lo que tenemos, espero que llegado el momento aprendamos de nuestros errores.



No es mas feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te doy de nuevo la bienvenida a la blogosfera. Ya leo que vienes "gritando" desde el silencio. Bien, bien, bien...
Buena sacudida a la escala de valores. A ver cuándo te traes un botillo del Bierzo, ahora que andas cerca.
Nos vemos.